Epilepsia y crisis epilépticas

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¿Qué son la epilepsia y las crisis epilépticas?

La epilepsia es un trastorno cerebral crónico en el que grupos de células nerviosas, o neuronas, en el cerebro ocasionalmente envían señales equivocadas y causan convulsiones y otros tipos de crisis epilépticas. Por lo general, las neuronas generan señales eléctricas y químicas que actúan en otras neuronas, órganos y músculos para producir los pensamientos, los sentimientos y las acciones del ser humano.

Durante una crisis epiléptica, muchas neuronas envían señales al mismo tiempo, a una velocidad mucho más rápida de lo normal. Este aumento excesivo de actividad eléctrica puede causar sensaciones, emociones, comportamientos o movimientos involuntarios. Además, la interrupción de la actividad normal de las células nerviosas puede causar la pérdida del conocimiento. Algunas personas se recuperan de inmediato después de una crisis, mientras que otras podrían tardar desde algunos minutos hasta horas para volver a sentirse como ellas mismas. Durante este período, se pueden sentir cansadas, somnolientas, débiles o confundidas.

La epilepsia (a veces llamada trastorno convulsivo) puede tener muchas causas y presentar muchos diferentes tipos de crisis epilépticas. La gravedad y el impacto de la epilepsia varían de una persona a otra y esta puede ir acompañada de una variedad de enfermedades coexistentes. La epilepsia a veces se conoce como “las epilepsias” debido a la diversidad de tipos y causas. Algunas personas podrían tener convulsiones (contracciones musculares repetitivas) y perder el conocimiento. Otras personas simplemente dejan de hacer lo que estaban haciendo, no se dan cuenta de lo que está pasando por un momento y se quedan con la mirada perdida durante un período de tiempo breve. Algunas personas rara vez tienen una crisis, mientras que otras podrían tener cientos de crisis epilépticas cada día.

Si bien cualquier crisis epiléptica es motivo de preocupación, tener una convulsión o crisis por sí sola no significa que una persona tenga epilepsia. Algunos ejemplos de trastornos no asociados con la epilepsia que causan convulsiones son las primeras crisis convulsivas, las convulsiones febriles, los eventos no epilépticos y la eclampsia (una enfermedad que puede ocurrir durante el embarazo y que pone en riesgo la vida). Independientemente del tipo de crisis, es importante que informe a su médico cuando tenga una.

¿Quién tiene más probabilidad de tener epilepsia y crisis epilépticas?

Cualquier persona puede tener epilepsia. Afecta tanto a hombres como a mujeres de todas las razas, grupos étnicos y edades.

La epilepsia tiene muchas causas posibles, pero en aproximadamente la mitad de las personas que la tienen, no se sabe a qué se debe. En algunos casos, la epilepsia está claramente vinculada a factores genéticos, anomalías en el desarrollo del cerebro, infecciones, traumatismos cerebralesaccidentes cerebrovascularestumores cerebrales u otros problemas identificables. Cualquier cosa que altere el patrón de actividad normal de las células nerviosas, desde una enfermedad hasta una lesión cerebral o problemas en el desarrollo del cerebro, puede causar crisis epilépticas.

Se puede llegar a tener epilepsia debido a problemas en el cableado del cerebro, un desequilibrio en la señalización de los nervios en el cerebro (en el que algunas células están inusualmente activas o impiden que otras células del cerebro envíen mensajes), o una combinación de estos factores. A veces, cuando el cerebro trata de repararse luego de una lesión en la cabeza, un accidente cerebrovascular u otro problema puede generar de manera no intencional problemas en las conexiones nerviosas que causan las crisis.

La función de los genes en la epilepsia

Los cambios genéticos podrían desempeñar un papel fundamental en el desarrollo de determinados tipos de epilepsia. Muchos tipos afectan a múltiples miembros de una familia, lo que indica que existe una relación con un gen o varios genes hereditarios. En otros casos, podría ocurrir una variación genética de manera espontánea y contribuir al desarrollo de la epilepsia en personas sin antecedentes familiares de este trastorno (llamadas mutaciones “de novo”). En términos generales, los investigadores estiman que hay cientos de genes que podrían desempeñar alguna función en el desarrollo de la enfermedad.

Varios tipos de epilepsia (llamadas canalopatías epilépticas) se han relacionado con variaciones en los genes que dan instrucciones a los canales iónicos, que son las “puertas” que controlan el flujo de iones (moléculas cargadas) dentro y fuera de las células, y ayudan a regular la señalización neuronal. Otros cambios genéticos que podrían desempeñar alguna función en la epilepsia incluyen mutaciones en genes que controlan cómo se mueven las neuronas a través del cerebro durante el desarrollo (migración neuronal) y genes que ayudan a descomponer los carbohidratos en el cerebro.

Otros cambios genéticos podrían no causar epilepsia, pero sí influir en el trastorno de otras maneras. Por ejemplo, algunos genes podrían afectar la susceptibilidad de una persona a tener convulsiones o su grado de respuesta a los medicamentos anticonvulsivos.

Afecciones que podrían dar origen a la epilepsia

La epilepsia puede ocurrir como resultado de muchos tipos de afecciones que alteran el funcionamiento normal del cerebro, conocidas como “enfermedades concurrentes”. Una vez que estas afecciones se tratan, las personas podrían dejar de tener convulsiones. Sin embargo, dejar de tenerlas depende del tipo de trastorno, la región del cerebro afectada y cuánto daño sufrió el cerebro antes del tratamiento. Algunos ejemplos de afecciones que podrían dar origen a la epilepsia son:

  • tumores cerebrales
  • traumatismo en la cabeza
  • alcoholismo o abstinencia del alcohol
  • enfermedad de Alzheimer
  • accidentes cerebrovasculares, ataques cardíacos u otras afecciones que privan al cerebro de oxígeno
  • formación anormal de los vasos sanguíneos (llamadas malformaciones arteriovenosas) o sangrado en el cerebro
  • inflamación cerebral
  • infecciones como la meningitis, la encefalitis viral o infecciones relacionadas con el VIH

La parálisis cerebral y otros trastornos del desarrollo también podrían asociarse con la epilepsia. Con frecuencia se observa la epilepsia en personas con otros trastornos del desarrollo del cerebro; por ejemplo, en personas con un trastorno del espectro autista o con discapacidades intelectuales.

¿Qué puede desencadenar las crisis epilépticas?

Aunque los desencadenantes de las convulsiones o crisis epilépticas no causan la epilepsia en sí, podrían provocar este tipo de crisis en las personas propensas a tenerlas. Los desencadenantes pueden provocar una crisis epiléptica en las personas que ya tienen un diagnóstico de epilepsia y están tomando medicamentos. Entre estos desencadenantes se incluyen:

  • estrés
  • consumo de alcohol o abstinencia del alcohol
  • deshidratación o saltarse comidas
  • exposición a toxinas o venenos como plomo, monóxido de carbono, drogas ilícitas o dosis muy grandes de medicamentos con receta
  • cambios hormonales asociados con el ciclo menstrual
  • privación del sueño
  • estímulos visuales como destellos luminosos o patrones que se mueven

En diversas encuestas realizadas a personas con epilepsia, el estrés es el desencadenante que se menciona con más frecuencia.

Tipos de crisis epilépticas

Las crisis epilépticas se dividen en dos grandes categorías: crisis focales y crisis generalizadas. Dentro de cada una de estas categorías, hay muchos tipos diferentes de crisis.

Crisis focales

Las crisis focales provienen de una sola parte del cerebro. Aproximadamente el 60% de las personas con epilepsia tienen crisis focales. A menudo, estas crisis se describen según el área del cerebro donde se originan. Por ejemplo, muchas personas tienen un diagnóstico de crisis focales del lóbulo frontal o del lóbulo temporal medial.

Síntomas de las crisis focales

En algunas crisis focales, la persona permanece consciente durante la crisis, pero podría tener sensaciones que afectan la actividad motora, sensorial o psíquica (por ejemplo, recuerdos o sensaciones intensas de déjà vu). La persona podría sentir alegría, enojo, tristeza o náuseas de forma repentina o inexplicable. También podría escuchar, oler, sentir el sabor, ver o sentir cosas que no son reales y tener movimientos en solo una parte del cuerpo; por ejemplo, en una sola mano.

En otras crisis focales, la persona tiene un cambio en el estado de conciencia, lo que podría producir una experiencia similar a un sueño. La persona podría exhibir comportamientos repetitivos inusuales, como parpadeos, contracciones musculares involuntarias, movimientos con la boca o incluso caminar en círculos. Estos movimientos repetitivos se llaman automatismos. Una persona podría realizar acciones más complejas, que pueden parecer a propósito, pero que son involuntarias. La persona también podría continuar con las actividades que estaba haciendo antes del inicio de la crisis, como lavar los platos, de manera repetitiva e improductiva. Por lo general, estas crisis no duran más de uno o dos minutos.

Algunas personas con crisis focales pueden tener auras, que son sensaciones inusuales que advierten sobre una crisis inminente. Los síntomas de una persona, así como la forma en que se desarrollan, tienden a ser similares cada vez. Algunas personas tienen pródromos, una sensación de que la crisis es inminente, durante horas o días.

Luego de una crisis focal, la persona podría tener síntomas en las zonas controladas por el área del cerebro donde se originó. Esto puede ayudar a los médicos a determinar en qué región del cerebro comenzó. Luego de una crisis, algunas personas podrían tener dolor de cabeza o dolor en los músculos que se contrajeron durante la crisis.

Los síntomas de las crisis focales se pueden confundir fácilmente con los de otros trastornos. El comportamiento extraño y las sensaciones causadas por las crisis focales también se pueden confundir con síntomas de narcolepsia, desmayos o incluso una enfermedad mental. Podría ser necesario realizar varias pruebas y un monitoreo detallado para distinguir la epilepsia de estos otros trastornos.

Crisis generalizadas

Las crisis generalizadas son el resultado de una actividad neuronal anormal que emerge rápidamente en ambos lados del cerebro. Estas crisis podrían causar pérdida del conocimiento, caídas o espasmos musculares masivos. Entre los tipos de crisis generalizadas y sus efectos se incluyen:

  • Las crisis de ausencia, en las que podría parecer que la persona tiene la vista fija en el espacio, con espasmos musculares leves o sin estos.
  • Las crisis tónicas, que causan rigidez en los músculos del cuerpo, generalmente los de la espalda, las piernas y los brazos.
  • Las crisis clónicas, que causan movimientos bruscos repetidos de los músculos en ambos lados del cuerpo.
  • Las crisis mioclónicas, que causan movimientos bruscos o sacudidas en la parte superior del cuerpo, los brazos o las piernas.
  • Las crisis atónicas, que causan pérdida del tono muscular normal, lo que puede hacer que la persona se caiga o que deje caer la cabeza de forma involuntaria.
  • Las crisis tónico-clónicas, que causan una combinación de síntomas, entre los que se incluyen rigidez del cuerpo y movimientos bruscos repetidos de los brazos, las piernas o ambos, así como pérdida del conocimiento.
  • Las crisis generalizadas secundarias, que comienzan en una parte del cerebro y luego se extienden a las dos mitades del cerebro (básicamente, se trata de una crisis focal seguida de una crisis generalizada).

Otros tipos de crisis

No todas las crisis se pueden definir con facilidad como focales o generalizadas. Algunas personas tienen ambos tipos de crisis sin un patrón claro.

Las convulsiones febriles son un tipo de crisis convulsiva que ocurre cuando un niño tiene una enfermedad que le causa fiebre alta. Por lo general, no se recetan medicamentes anticonvulsivos a los niños que tienen convulsiones febriles, a menos que tengan antecedentes familiares de epilepsia, signos de un deterioro del sistema nervioso antes de la convulsión febril, una convulsión relativamente larga o complicada o más de una convulsión febril. El riesgo de tener convulsiones no febriles posteriores es bajo, a menos que esté presente uno de estos factores.

Las primeras crisis afectan a muchas personas y es cuando se tiene una sola crisis convulsiva en algún momento en la vida. Esta puede ser provocada o no provocada. Es decir, que puede ocurrir con factores desencadenantes evidentes o sin estos. A menos que la persona haya sufrido daño cerebral o que tenga antecedentes familiares de epilepsia u otras anomalías neurológicas, por lo general, la mayoría de estas primeras crisis no van seguidas de otras adicionales. Los trastornos médicos que pueden provocarlas incluyen:

  • niveles muy bajos o muy altos de azúcar en la sangre
  • cambios en los niveles de sustancias químicas en la sangre (como sodio, calcio o magnesio)
  • eclampsia durante o después del embarazo
  • deterioro de la función renal o hepática

En algunos casos, cuando hay factores de riesgo adicionales de epilepsia, el tratamiento farmacológico después de la primera crisis podría ayudar a evitar crisis futuras. La evidencia sugiere que podría ser beneficioso comenzar con medicamentos anticonvulsivos luego de que una persona ha tenido una segunda crisis no provocada, ya que la probabilidad de tener otras crisis en el futuro aumenta considerablemente después de que esto ocurre. Una persona con un problema cerebral preexistente, como un accidente cerebrovascular o una lesión cerebral traumática, tendrá un riesgo más alto de tener una segunda crisis. En general, el profesional de la salud toma la decisión de comenzar con los medicamentos anticonvulsivos luego de considerar muchos factores que influyen en la probabilidad de que esa persona tenga otra crisis.

Tipos de epilepsia

Así como existen muchos tipos diferentes de convulsiones o crisis epilépticas, existen muchos tipos diferentes de epilepsia. Se han identificado cientos de síndromes de epilepsia diferentes, que son trastornos que incluyen las crisis epilépticas como el síntoma prominente. Algunos de estos síndromes parecen ser hereditarios y otros causados por cambios de novo en los genes. En el caso de otros síndromes, se desconoce la causa. Con frecuencia, los síndromes epilépticos se describen por sus síntomas o por la parte del cerebro donde se originan.

  • La epilepsia de ausencia se caracteriza por crisis repetidas que causan la pérdida momentánea del conocimiento. Las crisis casi siempre aparecen por primera vez en la infancia o la adolescencia y tienden a ser hereditarias, lo que sugiere que podrían deberse, al menos en parte, a factores genéticos. Algunas personas podrían realizar movimientos sin sentido durante las crisis, como movimientos bruscos de un brazo o un parpadeo rápido, mientras que otras no muestran síntomas evidentes, excepto por los momentos breves en los que parecen estar con la mirada perdida. Inmediatamente después de una crisis, la persona puede retomar lo que estaba haciendo. Sin embargo, estas crisis pueden ocurrir con tanta frecuencia (en algunos casos hasta 100 veces o más por día) que la persona no se puede concentrar en la escuela o en otras situaciones.
  • La epilepsia del lóbulo frontal es un síndrome epiléptico frecuente que se caracteriza por crisis focales breves que pueden ocurrir en grupos. Puede afectar la parte del cerebro que controla el movimiento y las convulsiones pueden causar debilidad muscular o movimientos anormales descontrolados, como torsiones, agitación de los brazos o las piernas, desviación de los ojos hacia un lado o muecas y, por lo general, se asocia con cierta pérdida del estado de conciencia. Las crisis generalmente ocurren durante el sueño, pero también podrían ocurrir mientras la persona está despierta. 
  • La epilepsia del lóbulo temporal es el síndrome epiléptico más frecuente en personas con crisis focales. A menudo, estas crisis focales se asocian con auras de náuseas, emociones (como déjà vu o miedo) o un cambio inusual del sentido del gusto o del olfato. La crisis en sí es un breve período de alteración en el estado de conciencia que puede parecer como un episodio de mirada fija, un estado de ensueño o automatismos repetidos. La epilepsia del lóbulo frontal se inicia en la infancia o durante la adolescencia. Las investigaciones han demostrado que las crisis repetidas en el lóbulo temporal se suelen asociar con la contracción y la cicatrización (esclerosis) del hipocampo, que es una región cerebral importante para la memoria y el aprendizaje.
  • La epilepsia neocortical se caracteriza por crisis epilépticas que se originan en la corteza cerebral, o la capa exterior del cerebro. Las crisis pueden ser focales o generalizadas. Los síntomas pueden incluir sensaciones extrañas, alucinaciones visuales, cambios emocionales, espasmos musculares, convulsiones y una variedad de otros síntomas, dependiendo de la zona del cerebro donde se originen las crisis.

Tipos de epilepsia infantil

Hay muchos otros tipos de epilepsia que aparecen en la infancia o en la niñez. Algunos síndromes de epilepsia infantil tienden a entrar en remisión o desaparecer por completo durante la adolescencia. Otros síndromes, como la epilepsia mioclónica juvenil (que se caracteriza por movimientos bruscos al despertar) y el síndrome de Lennox-Gastaut, generalmente duran toda la vida.

Por ejemplo:

  • Los espasmos infantiles son grupos de crisis que generalmente comienzan antes de los 6 meses. Durante estas crisis, el bebé puede dejar caer la cabeza, doblarse en la cintura, sacudir los brazos acercándolos a la cabeza o llorar a gritos.
  • La epilepsia de ausencia infantil generalmente desaparece cuando el niño llega a la pubertad. Sin embargo, algunos niños seguirán teniendo crisis de ausencia durante la edad adulta o tendrán otros tipos de crisis.
  • Los niños con el síndrome de Lennox-Gastaut tienen diferentes tipos de crisis, entre ellas, las crisis atónicas, que causan caídas súbitas, también conocidas como crisis o ataques de caída. Por lo general, los niños con esta enfermedad comienzan a tener crisis antes de cumplir los 4 años. Esta forma grave de epilepsia puede ser muy difícil de tratar.
  • La encefalitis de Rasmussen es un tipo progresivo de epilepsia en la que la mitad del cerebro muestra una inflamación crónica.
  • Los niños con síndrome de Dravet y con complejo de esclerosis tuberosa tienen crisis convulsivas que comienzan antes del primer año de vida.
  • La hamartoma hipotalámica es una forma muy poco frecuente de epilepsia que se produce por primera vez durante la infancia y se asocia con malformaciones del hipotálamo en la base del cerebro. Las personas con este trastorno tienen crisis que se asemejan a la risa o al llanto. A menudo, estas crisis pasan desapercibidas y son difíciles de diagnosticar.
  • La encefalopatía epiléptica y del desarrollo se refiere a un grupo de epilepsias graves que se caracterizan por crisis convulsivas y encefalopatía, que es un término utilizado para describir un retraso significativo en el desarrollo o incluso la pérdida de habilidades del desarrollo. A menudo, en este tipo de trastorno, las crisis convulsivas no mejoran ni con medicamentos.

Crisis no epilépticas

Las crisis no epilépticas se parecen a las crisis epilépticas, pero no se asocian con una descarga eléctrica en el cerebro. Los eventos no epilépticos pueden recibir el nombre de crisis psicogénicas no epilépticas . Este tipo de crisis no responde a los medicamentos anticonvulsivos, sino que, por lo general, se tratan con terapia cognitivo-conductual para disminuir el estrés y mejorar la consciencia plena (mindfulness).

Haber sufrido un acontecimiento traumático en el pasado es uno de los factores de riesgo conocidos para las crisis psicogénicas no epilépticas. Se debe evaluar a las personas con crisis psicogénicas no epilépticas para determinar si tienen enfermedades psiquiátricas subyacentes y que reciban el tratamiento adecuado. Algunas personas con epilepsia tienen crisis psicogénicas además de crisis epilépticas.

Los siguientes trastornos pueden causar otros eventos no epilépticos:

  • narcolepsia
  • síndrome de Tourette
  • arritmia cardíaca (latidos cardíacos irregulares)
  • otras afecciones médicas con síntomas similares a los de las crisis epilépticas

Debido a que los síntomas de estos trastornos pueden ser muy similares a los de las crisis epilépticas, con frecuencia se confunden con la epilepsia.

¿Cómo se diagnostican y se tratan la epilepsia y las crisis epilépticas?

Diagnóstico

Para encontrar un tratamiento eficaz es fundamental tener un diagnóstico preciso de la epilepsia. Para determinar si una persona tiene epilepsia y, de ser así, qué tipo de crisis epilépticas tiene, se utilizan varias pruebas. Por lo general, la epilepsia se diagnostica luego de que una persona ha tenido dos o más crisis no provocadas, separadas por al menos 24 horas.

Historial médico

El estudio detallado del historial médico, incluidos los síntomas y la duración de las crisis, sigue siendo uno de los mejores métodos disponibles para determinar qué tipo de crisis epiléptica ha tenido la persona y ayudar a determinar qué tipo de epilepsia tiene. El historial médico debe incluir detalles sobre las enfermedades pasadas u otros síntomas que la persona haya tenido, así como los antecedentes familiares de crisis epilépticas.

Debido a que las personas que han sufrido una crisis epiléptica a menudo no recuerdan lo que pasó, la información que brinden las personas que hayan presenciado las crisis es muy importante. A la persona que tuvo la crisis se le pregunta si sintió algo diferente (experiencias de advertencia) antes de que comenzara la crisis. También se pedirá a los observadores una descripción detallada y una cronología de la crisis.

Imágenes y monitoreo

Existen varias técnicas de exploración e imágenes que pueden ayudar a diagnosticar y monitorear la epilepsia de una persona. Estas incluyen:

  • Un electroencefalograma es una prueba que mide la actividad eléctrica del cerebro y puede detectar anomalías en las ondas cerebrales. Además, es posible que ayude a determinar si los medicamentos anticonvulsivos podrían ayudar. El electroencefalograma se puede realizar junto con un monitoreo por video para determinar la naturaleza de las crisis de una persona y descartar otros trastornos que podrían parecerse a la epilepsia.
  • La estereoelectroencefalografía es la implantación quirúrgica de electrodos en el cerebro para determinar mejor en qué lugar se originan las crisis. La estereoelectroencefalografía puede ayudar a determinar si una persona es una candidata idónea para una cirugía para tratar la epilepsia. 
  • El magnetoencefalograma mide las señales magnéticas generadas por las neuronas para ayudar a detectar una actividad cerebral inusual. Esto puede ayudar a los cirujanos a planificar una cirugía adecuada para eliminar las áreas focales que intervienen en las crisis al tiempo que reducen al mínimo la interferencia con la función cerebral.
  • Las exploraciones por tomografía computarizada y resonancia magnética permiten detectar anomalías estructurales en el cerebro, como tumores y quistes, que podrían causar las crisis. Se puede usar un tipo de resonancia magnética conocida como resonancia magnética funcional para localizar la actividad normal del cerebro y detectar las anomalías en su funcionamiento.
  • La tomografía por emisión de positrones obtiene imágenes del cerebro y muestra las regiones con una actividad química normal y anormal. Las imágenes obtenidas se pueden usar para identificar las regiones del cerebro con un metabolismo más bajo de lo normal, lo que puede indicar el foco de la crisis luego de que finaliza.
  • La tomografía computarizada por emisión de fotón único se usa en ciertas ocasiones para localizar las crisis focales en el cerebro. Cuando se ingresa a una persona en el hospital para monitorear la epilepsia, se le inyecta el trazador del flujo sanguíneo de esta tomografía a los 30 segundos de la crisis epiléptica. Luego se comparan las imágenes del flujo sanguíneo cerebral al momento de la crisis focal con las imágenes del flujo sanguíneo que se obtienen entre una crisis y otra. En el escáner se observa un flujo sanguíneo alto en la zona donde se inició la crisis.

Análisis de sangre

Los análisis de sangre permiten detectar trastornos metabólicos o genéticos que podrían contribuir a las crisis epilépticas. También se pueden utilizar para detectar problemas médicos subyacentes, como infecciones, intoxicación por plomo, anemia y diabetes que podrían estar causando o desencadenando las crisis.

Pruebas de comportamiento, neurológicas y del desarrollo

A menudo se usan las pruebas diseñadas para medir las habilidades motoras, el comportamiento y la capacidad intelectual para determinar cómo la epilepsia está afectando a una persona. Estas pruebas también dan indicios sobre el tipo de epilepsia que tiene.

Tratamiento de la epilepsia y las crisis epilépticas

Una vez diagnosticada la epilepsia, es importante comenzar el tratamiento lo antes posible. Hay muchas maneras diferentes de controlar las crisis epilépticas con éxito. También se pueden adoptar varios enfoques de tratamiento, según la persona y el tipo de epilepsia.

Medicamentos para tratar las crisis epilépticas

El enfoque que se usa con más frecuencia para el tratamiento de la epilepsia es el de recetar medicamentos anticonvulsivos. En la actualidad, existen más de 40 medicamentos anticonvulsivos distintos, todos con beneficios y efectos secundarios diferentes. La mayoría de las crisis epilépticas se pueden controlar con un solo medicamento. Combinar medicamentos puede aumentar los efectos secundarios como fatiga y mareos, por lo que los médicos suelen recetar un solo medicamento siempre que sea posible. Sin embargo, a veces es necesario combinar medicamentos para algunos tipos de epilepsia que no responden a un solo fármaco.

El medicamento que se receta a cada persona depende de muchos factores diferentes, que incluyen los siguientes:

  • tipo de crisis epiléptica
  • estilo de vida y edad
  • frecuencia de las crisis
  • efectos secundarios del medicamento
  • medicamentos que toma para otros problemas de salud
  • embarazo

Podrían transcurrir varios meses hasta lograr determinar cuál es el medicamento más adecuado y la dosis correcta. Si un tratamiento no tiene éxito, otro podría ser más eficaz.

Al administrar cualquier medicamento anticonvulsivo nuevo, el médico comenzará con una dosis baja y la irá aumentando cuando sea necesario, según su eficacia. A veces, los médicos monitorean la concentración del medicamento en la sangre de una persona para ayudar a determinar cuándo se ha alcanzado la dosis óptima. Podría tomar tiempo determinar cuál es la dosis que controla mejor las crisis epilépticas, mientras al mismo tiempo se minimizan los efectos secundarios.

A menudo, los efectos secundarios empeoran al comenzar a tomar un nuevo medicamento, pero mejoran con el tiempo. Hable con su médico sobre cualquier efecto secundario que esté teniendo mientras toma los medicamentos y asegúrese de mantenerlo informado sobre cualquier otro medicamento recetado o de venta libre que tome, lo que incluye suplementos y hierbas. Algunos medicamentos anticonvulsivos pueden afectar el funcionamiento y la eficacia de otros medicamentos, e interactuar con estos de formas dañinas. Algunos fármacos podrían reducir la eficacia de los anticonceptivos hormonales en las mujeres. Algunos medicamentos son dañinos para el feto, por lo que, si una mujer tiene pensado quedar embarazada, debe consultar a su médico para asegurarse de estar tomando medicamentos seguros durante el embarazo.

La suspensión de un medicamento siempre se debe hacer bajo la supervisión de un profesional de la salud. Es muy importante que continúe tomando los medicamentos anticonvulsivos durante todo el tiempo indicado. La interrupción prematura del medicamento es una de las principales razones por las que las personas que han estado sin crisis epilépticas vuelven a tenerlas y puede ocasionar un status epilepticus potencialmente mortal. A algunas personas con epilepsia se les puede recomendar suspender sus medicamentos anticonvulsivos después de 2 a 3 años sin una crisis. A otras se les puede recomendar esperar de 4 a 5 años, según la causa de las crisis.

Si bien los medicamentos anticonvulsivos son eficaces para muchas personas con epilepsia, algunas no responden a estos o no pueden tomarlos. Estas personas podrían ser buenas candidatas para una cirugía, o podrían tener que hacer cambios en la dieta o utilizar dispositivos para detener las crisis convulsivas.

Dieta y cambios en el estilo de vida

Algunos tipos de epilepsia podrían responder a cambios en la dieta. A veces, se utiliza una dieta cetogénica, rica en grasas y proteínas y baja en carbohidratos para tratar las epilepsias resistentes a los medicamentos. Esta dieta induce un estado de cetosis, que significa que el organismo descompone las grasas en lugar de los carbohidratos para sobrevivir. Una dieta cetogénica es eficaz para reducir las crisis en algunas personas, especialmente en los niños con ciertas formas de epilepsia.

La dieta cetogénica no es fácil de mantener, ya que requiere que una persona solo consuma determinados alimentos y evite muchos alimentos habituales que contienen azúcares y carbohidratos. Las personas que utilizan esta dieta para controlar las crisis epilépticas deben ser monitoreadas para asegurase de que estén obteniendo suficientes nutrientes. Un efecto secundario de la dieta cetogénica es la acumulación de ácido úrico en la sangre, lo que puede dar origen a cálculos renales. Un médico o nutricionista pueden ayudar a las personas que hacen esta dieta a asegurarse de que reciben los nutrientes que necesitan y en las cantidades adecuadas.

Los trastornos del sueño ocurren con frecuencia en las personas con epilepsia. La privación del sueño es un desencadenante importante de las crisis epilépticas por lo que tratar los problemas para dormir puede ayudar a reducirlas. Las personas con epilepsia deben practicar una buena higiene del sueño: irse a la cama y levantarse a la misma hora todos los días, reducir las distracciones en la habitación, además de evitar comer demasiado o hacer ejercicio pocas horas antes de acostarse.

Cirugía

Por lo general, solo se considera una cirugía después de que una persona con epilepsia ha probado sin éxito por lo menos dos medicamentos anticonvulsivos, o cuando los médicos encuentran una lesión cerebral (un área de tejido anormal en el cerebro) que se cree es la causante de las crisis convulsivas. Cuando se determina que una persona es una buena candidata para la cirugía, esta se debe realizar lo más pronto posible.

Al momento de considerar a una persona como candidata para una cirugía para prevenir las crisis, los médicos evaluarán lo siguiente:

  • tipo de crisis epiléptica
  • región del cerebro involucrada
  • efecto de la región del cerebro en el comportamiento y las funciones cotidianas

Por lo general, los cirujanos evitan operar en las zonas del cerebro necesarias para el habla, el movimiento, la sensación, la memoria y el razonamiento, u otras habilidades importantes.

Si bien la cirugía puede reducir considerablemente las crisis o incluso detenerlas en muchas personas, cualquier tipo de cirugía conlleva riesgos. La cirugía para la epilepsia no siempre reduce exitosamente las crisis epilépticas y puede causar cambios cognitivos o en la personalidad, así como incapacidad física, incluso en personas que son excelentes candidatas para la cirugía. No obstante, varios estudios han demostrado que, cuando los medicamentos fallan, la cirugía tiene mucha más probabilidad de curar las crisis convulsivas que intentar con otros medicamentos. Cualquier persona que esté pensando en someterse a una cirugía para la epilepsia debe evaluarse en un centro de epilepsia con experiencia en técnicas quirúrgicas, y debe hablar con su equipo de atención médica sobre los riesgos y los beneficios de la cirugía.

Incluso cuando la cirugía elimina por completo las crisis epilépticas, es importante seguir tomando el medicamento anticonvulsivo durante algún tiempo. Por lo general, se recomienda continuar tomando los medicamentos durante al menos 2 años después de una operación exitosa para evitar que las crisis vuelvan a aparecer.

Los procedimientos quirúrgicos para tratar los trastornos epilépticos incluyen:

  • La cirugía para extirpar un foco epiléptico, que incluye la extracción del área definida del cerebro donde se originan las crisis convulsivas. Es el tipo más frecuente de cirugía para la epilepsia. Los médicos podrían referirse a esta cirugía como una lobectomía o lesionectomía, y es apropiada solo para las crisis focales que se originan en una sola área del cerebro.
  • La transección subpial múltiple, que se puede realizar cuando las crisis se originan en una parte del cerebro que no se puede extirpar. La cirugía incluye una serie de cortes diseñados para prevenir que las crisis convulsivas se propaguen a otras partes del cerebro, mientras se dejan intactas las capacidades normales de la persona.
  • La callosotomía, o el corte de la red de conexiones neurales entre los hemisferios derecho e izquierdo del cerebro, que se realiza principalmente en niños con crisis convulsivas graves que inician en una mitad del cerebro y luego se propagan a la otra mitad. La callosotomía puede eliminar las crisis de caída y otras crisis generalizadas. Sin embargo, el procedimiento no detiene las crisis epilépticas en el lado del cerebro donde se originan, y estas crisis focales pueden incluso empeorar después de la cirugía.
  • La hemisferectomía y la hemisferotomía, que requieren retirar la mitad de la corteza cerebral, que es la capa exterior del cerebro. Estos procedimientos se usan principalmente en niños que tienen crisis que no responden a los medicamentos debido a una lesión que afecta solo la mitad del cerebro, como en la encefalitis de Rasmussen.
  • La termoablasión, también conocida como terapia térmica intersticial con láser, que dirige energía hacia la región específica del cerebro que causa las crisis convulsivas (foco de la crisis). La energía, que se transforma en energía térmica, destruye las células cerebrales que causan las crisis convulsivas. La ablación con láser es menos invasiva que la cirugía cerebral abierta para el tratamiento de la epilepsia.

Dispositivos

Algunas personas podrían utilizar dispositivos de neuroestimulación para tratar su epilepsia. Estos dispositivos envían estímulos eléctricos al cerebro para reducir la frecuencia de las crisis:

  • La estimulación del nervio vago, que requiere implantar quirúrgicamente un dispositivo bajo la piel en el área del pecho. Este dispositivo, que se conecta mediante un cable al nervio vago en la parte baja del cuello, envía breves descargas de energía eléctrica al cerebro.
  • La estimulación receptiva, que utiliza un dispositivo implantado que analiza los patrones de actividad cerebral para detectar una próxima crisis epiléptica. Una vez detectada, el dispositivo realiza una intervención, como una estimulación eléctrica o la administración de un medicamento de acción rápida, para evitar que se produzca.
  • La estimulación cerebral profunda, que implanta quirúrgicamente un electrodo conectado a un generador de pulso (similar a un marcapasos) para enviar estímulos eléctricos a zonas específicas en el cerebro, para así regular las señales eléctricas en los circuitos neurales.

¿Cómo podemos mis seres queridos o yo vivir con epilepsia y crisis epilépticas?

Muchas personas con epilepsia pueden hacer las mismas cosas que las personas sin la enfermedad y llevar una vida exitosa y productiva. Sin embargo, una tercera parte o más de las personas con epilepsia pueden tener síntomas cognitivos o neuropsiquiátricos que podrían afectar negativamente su calidad de vida. Muchas personas con epilepsia que responden al tratamiento podrían pasar meses o años sin tener una crisis epiléptica.

Las personas con epilepsia resistente al tratamiento podrían tener hasta cientos de crisis epilépticas al día, o una crisis al año, a veces con consecuencias incapacitantes. Tener una epilepsia resistente al tratamiento se asocia con un mayor riesgo de deterioro cognitivo, en particular si las crisis epilépticas se iniciaron temprano en la niñez. Estos deterioros podrían estar relacionados con las enfermedades subyacentes que causaron la epilepsia y no con la epilepsia misma.

Riesgos especiales asociados con la epilepsia

Si bien muchas personas con epilepsia llevan una vida plena y activa, existe un mayor riesgo de muerte o de discapacidad grave asociado con la epilepsia. Podría haber un mayor riesgo de tener pensamientos o acciones suicidas que se relaciona con algunos medicamentos anticonvulsivos (que también se utilizan para tratar la manía y el trastorno bipolar). Dos problemas asociados con la epilepsia que ponen en riesgo la vida son el status epilepticus y la muerte súbita e inesperada en la epilepsia (SUDEP, por sus siglas en inglés).

  1. El status epilepticus es una estado potencialmente mortal en el cual una persona tiene una crisis anormalmente prolongada (de más de cinco minutos) o no recupera totalmente el conocimiento entre crisis recurrentes. El status epilepticus puede ser convulsivo (se observan los signos de la crisis) o no convulsivo (no hay signos externos y se diagnostica a partir de un electroencefalograma anormal). El status epilepticus no convulsivo podría parecer un largo episodio de confusión, agitación, pérdida del conocimiento de larga duración, o incluso coma.

    La evidencia ha demostrado que cinco minutos son suficientes para dañar las neuronas y que es poco probable que la crisis epiléptica se detenga sin ninguna intervención, por lo que es necesario buscar atención médica de inmediato. 
     
  2. La muerte súbita e inesperada en la epilepsia se refiere a muertes de personas con epilepsia que no son el resultado de una lesión, la asfixia u otras causas conocidas. En la mayoría de los casos, la muerte súbita e inesperada en la epilepsia ocurre durante una crisis epiléptica o inmediatamente después.

    Las investigaciones actuales sobre este tipo de episodio señalan una actividad cerebral anormal que afecta la función cardíaca y respiratoria. Esto podría deberse a mutaciones en los genes de una persona, en particular los genes que causan la epilepsia, y también afectan la función cardíaca. La muerte súbita e inesperada en la epilepsia puede ocurrir a cualquier edad y las personas que tienen dificultad para controlar las crisis epilépticas tienden a tener una incidencia más alta de muerte súbita. Las personas con epilepsia podrían reducir el riesgo de estas muertes si toman todo sus medicamentos anticonvulsivos según lo indicado y se aseguran de estar recibiendo la mejor atención posible para la epilepsia. No tomar la dosis indicada del medicamento o no tomar el medicamento más adecuado de manera regular podría aumentar el riesgo de muerte súbita e inesperada en las personas con epilepsia que están tomando más de un medicamento.

Salud mental y estigma

La depresión es frecuente en las personas con epilepsia. En los adultos con epilepsia, la depresión y la ansiedad son los dos diagnósticos relacionados con la salud mental que se dan más a menudo. La depresión y la ansiedad en personas con epilepsia se deben tratar con orientación psicológica o con la mayoría de los mismos medicamentos que se usan en las personas que no tienen epilepsia. Las personas con epilepsia deben hablar sobre sus síntomas de problemas de salud mental con sus profesionales de la salud para que puedan recibir la atención y los tratamientos adecuados.

En comparación con otros niños, aquellos con epilepsia tienen un riesgo más alto de tener depresión o trastorno por déficit de atención con hiperactividad. En algunos niños, los problemas de conducta o de salud mental podrían aparecer antes del inicio de las crisis epilépticas. La orientación psicológica y los grupos de apoyo pueden ayudar a las familias a hacer frente a la epilepsia de una manera positiva.

Conducción de vehículos y recreación

Algunos estados podrían no expedirle una licencia de conducir a una persona con epilepsia. Sin embargo, se podría obtener una excepción si se puede demostrar que ha pasado un período sin crisis epilépticas o si las crisis solo ocurren durante el sueño.

El riesgo de sufrir una crisis epiléptica también limita la participación en deportes, ejercicios u otras actividades recreativas como escalar, navegar, nadar o trabajar en escaleras. También hay cierta evidencia de que, en algunas personas, hacer ejercicio de forma regular podría ayudar a controlar las crisis, pero esto se debe hacer bajo supervisión médica. Los beneficios de practicar deportes podrían superar los riesgos. Los entrenadores y los líderes de las actividades pueden tomar las precauciones de seguridad adecuadas. Las personas con epilepsia deben evitar la deshidratación, el esfuerzo excesivo y los niveles bajos de azúcar en la sangre, ya que estos problemas pueden aumentar el riesgo de tener una crisis.

Educación y empleo

En los Estados Unidos está prohibido por ley negar el empleo o el acceso a actividades educativas, recreativas o de otra índole a cualquier persona debido a su epilepsia. Sin embargo, las personas con epilepsia todavía enfrentan grandes obstáculos tanto a nivel educativo como laboral. Los medicamentos anticonvulsivos pueden causar efectos secundarios que interfieren con la concentración y la memoria. Los niños con epilepsia podrían necesitar tiempo adicional para realizar las tareas escolares o que les repitan las instrucciones u otro tipo de información. Algunos niños con epilepsia necesitarán planes educativos especiales que contemplen sus dificultades de aprendizaje. Se debe informar a los maestros qué hacer si un niño de su clase tiene una crisis epiléptica y los padres de familia deben trabajar con el sistema escolar para encontrar maneras razonables de tener en cuenta las necesidades especiales que sus hijos podrían tener.

Embarazo y maternidad

La epilepsia en sí no interfiere con la capacidad de una mujer de quedar embarazada, por lo que una mujer con epilepsia que toma las precauciones adecuadas tiene la misma probabilidad de tener un embarazo y un bebé saludables que las mujeres sin una afección crónica. Si se eligen medicamentos anticonvulsivos seguros durante el embarazo, se toman suplementos de ácido fólico e, idealmente, se realiza una planificación adecuada antes del embarazo, la mayoría de las mujeres con epilepsia pueden tener un embarazo saludable, con buenos resultados tanto para la madre como para el bebé.

Sin embargo, se debe informar a las mujeres con epilepsia que algunos medicamentos anticonvulsivos pueden aumentar el riesgo de que el bebé tenga defectos de nacimiento. Es importante trabajar con un equipo de profesionales de la salud que incluya un neurólogo y un obstetra para obtener información sobre cualquier riesgo especial asociado con la epilepsia y los medicamentos anticonvulsivos.

Los hijos de padres con epilepsia tienen un 5% más de riesgo de tener la enfermedad en algún momento de la vida, en comparación con alrededor del 1% de los niños de la población general. Sin embargo, el riesgo de tener epilepsia aumenta si uno de los padres tiene una forma hereditaria del trastorno. Si a los padres les preocupa que su epilepsia pueda ser hereditaria, tal vez deseen consultar a un asesor en genética para determinar el riesgo de transmitir el trastorno.

¿Cuáles son los últimos adelantos sobre la epilepsia y las crisis epilépticas?

El Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares (NINDS, por sus siglas en inglés) realiza y apoya investigaciones para entender y diagnosticar la epilepsia, desarrollar nuevos tratamientos y, en última instancia, prevenirla. Las iniciativas de investigación sobre la epilepsia del NINDS incluyen:

El Epilepsy Therapy Screening Program (anteriormente llamado Anticonvulsant Screening Program), que fue creado en 1975 para facilitar el descubrimiento de nuevos medicamentos anticonvulsivos y ha contribuido al desarrollo de aproximadamente una docena de medicamentos aprobados.

Los Centers Without Walls (CWoW) for Collaborative Research in the Epilepsies, que son centros sin paredes para la investigación colaborativa de las epilepsias, fueron establecidos por el NINDS como grupos multicéntricos y multidisciplinarios para abordar los desafíos que enfrentan las investigaciones para lograr avances en la prevención, el diagnóstico o el tratamiento de las epilepsias y las enfermedades concurrentes relacionadas. A continuación, encontrará una descripción de algunos de los proyectos de los CWoW del NINDS con sus respectivos enlaces en inglés:

  • Epilepsy 4000 (Epi4K), que fue una iniciativa internacional para analizar el ADN de 4,000 personas con epilepsia y sus familiares para identificar los genes que causan la enfermedad. Epi4K ahora se ha transformado en una iniciativa internacional más amplia llamada Epi25 Collaborative, con el apoyo del Instituto Nacional de Investigación del Genoma Humano (NHGRI, por sus siglas en inglés).
  • El Center for SUDEP Research (CSR), que reunió a investigadores con diversas especialidades de múltiples instituciones académicas en los Estados Unidos e Inglaterra para estudiar y entender la muerte súbita e inesperada en la epilepsia. 
  • El Epilepsy Bioinformatics Study for Antiepileptogenic Therapy (EpiBioS4Rx), que utiliza estudios con seres humanos y animales para investigar la epilepsia que se origina luego de un traumatismo cerebral, con el objetivo de identificar biomarcadores (signos biológicos de la enfermedad) que se podrían usar para predecir quién es más propenso a tener epilepsia luego de un traumatismo cerebral.
  • El Channelopathy-Associated Epilepsy Research Centerque es un centro de investigaciones para la epilepsia que combina tecnologías de alto rendimiento con sistemas de modelado de datos de alto contenido para investigar las consecuencias funcionales de las mutaciones genéticas en la canalopatía epiléptica, incluido el síndrome de Dravet.
  • La Epilepsy Multiplaform Variant Prediction (EpiMVP, por sus siglas en inglés), que es una multiplataforma que busca ampliar los conocimientos sobre las mutaciones genéticas que generan un impacto indeterminado en los genes de canales no iónicos de la epilepsia.

Investigadores del NINDS en el campus de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) e investigadores financiados por el NINDS en todo el país están realizando estudios clínicos para encontrar mejores formas de detectar, tratar o prevenir la epilepsia de manera segura.

Varios proyectos relacionados con la epilepsia se financian a través de la iniciativa para la investigación del cerebro llamada Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies (BRAIN) Initiative®. Estos esfuerzos buscan entender, medir y monitorear de mejor forma cómo el cerebro genera la actividad neural, y trabajan para desarrollar nuevas tecnologías y dispositivos para medir la actividad cerebral, predecir el inicio de las crisis epilépticas y administrar estímulos terapéuticos para limitar la actividad de las crisis.

Otras áreas de investigación de la epilepsia incluyen:

  • Herramientas y tecnologías innovadoras para la secuenciación de genes que permitan identificar las mutaciones genéticas que causan varios tipos de epilepsia.
  • La comprensión de la biología subyacente que contribuye a la epilepsia, lo que incluye cómo las células del cerebro se comunican entre sí y la función que las diversas sustancias químicas cerebrales tienen en la enfermedad.
  • El desarrollo de nuevos modelos en animales para entender las causas de la epilepsia, encontrar maneras de prevenir la enfermedad y poner a prueba terapias prometedoras.
  • El estudio del tejido cerebral obtenido a partir de una cirugía para tratar la epilepsia o al momento de la muerte, a fin de conocer mejor las causas de la epilepsia y cómo afectan el cerebro.
  • La identificación de los genes y sus funciones que tienen relación con síndromes de epilepsia muy poco frecuentes, a fin de desarrollar tratamientos para niños y adultos con estas causas de la epilepsia. 
  • El desarrollo de nuevas terapias a partir de estudios preclínicos que utilicen los programas de investigación traslacional del NINDS, así como los programas llamados Blueprint Neurotherapeutics.
  • El estudio del impacto de las crisis epilépticas durante la infancia en los resultados cognitivos y conductuales de los niños con epilepsia.
  • El uso de inteligencia artificial y aprendizaje automático para ayudar a identificar las áreas específicas del cerebro donde se inician las crisis epilépticas.

¿Cómo se puede ayudar a mejorar el cuidado de las personas con epilepsia y crisis epilépticas?

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Estudios clínicos
Obtenga más información sobre los estudios clínicos. Estos son estudios que nos permiten aprender más sobre los trastornos y las enfermedades, y mejorar los cuidados. Pueden ayudar a dar acceso a los pacientes a tratamientos nuevos y futuros.

Considere la posibilidad de participar en un estudio clínico para que los médicos y los científicos puedan aprender más sobre la epilepsia, las crisis epilépticas y otros trastornos relacionados. Las investigaciones clínicas se realizan con voluntarios y ayudan a los investigadores a aprender más sobre un trastorno y, quizás, encontrar mejores maneras de detectar, tratar o prevenir una enfermedad de forma segura.

Se necesitan todo tipo de participantes (personas saludables o que puedan tener una enfermedad o afección), de todas las edades, sexos, razas y etnias para garantizar que los resultados del estudio se apliquen a tantas personas como sea posible, y que los tratamientos sean seguros y eficaces para todos los que los usen.

Para obtener información sobre cómo participar en una investigación clínica, visite la página de los NIH sobre la investigación clínica. Aprenda más sobre los estudios clínicos que actualmente están buscando a personas con epilepsia y crisis epilépticas en Clinicaltrials.gov. Esta es una base de datos en inglés sobre estudios clínicos actuales y anteriores, y los resultados de las investigaciones.

Existen otras maneras en las que las personas con epilepsia y sus familias pueden ayudar a impulsar las investigaciones. Las mujeres embarazadas que están tomando medicamentos anticonvulsivos pueden ayudar a los investigadores a determinar cómo estos medicamentos afectan a los niños que están por nacer, mediante su participación en el registro sobre el uso de medicamentos antiepilépticos durante el embarazo llamado The North American Antiepileptic Drug (AED) Pregnancy Registry. A las participantes se les entregan materiales educativos sobre la planificación previa a la concepción y la atención perinatal, y se les pide que proporcionen información acerca de la salud de sus hijos. Esta información se mantiene confidencial y los investigadores solo la utilizan de una forma anonimizada.

Para ayudar a que las investigaciones avancen más rápido, las personas con epilepsia pueden gestionar la donación de tejidos, ya sea en el momento de la cirugía para la epilepsia o en el momento de su muerte. Los investigadores pueden usar el tejido para estudiar la epilepsia y otros trastornos a fin de entender mejor qué causa las crisis epilépticas. Por ejemplo, el NIH NeuroBioBank es una iniciativa para coordinar la red de bancos de cerebros que apoya en todos los Estados Unidos. Allí se recogen, analizan y almacenan tejidos cerebrales y datos, que luego se ponen a disposición de los investigadores de forma estandarizada para el estudio de los trastornos neurológicos, psiquiátricos y del desarrollo, entre ellos la epilepsia. Se puede acceder a una lista de repositorios participantes del NIH NeuroBioBank y otros bancos de cerebros adicionales en el sitio web del NIH NeuroBioBank. Cada banco de cerebros podría tener protocolos diferentes para registrar a un posible donante. Se recomienda que las personas se comuniquen directamente con el banco de cerebros para obtener más información.

¿Dónde puedo encontrar más información sobre la epilepsia y las crisis epilépticas?

Las siguientes organizaciones y recursos podrían tener información adicional sobre la epilepsia y las crisis epilépticas. Es posible que la información esté disponible solo en inglés:

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